Continuando con el trabajo de campo, se desarrolló el jueves 24 de marzo un grupo focal con mujeres de diferentes edades y oficios residentes en Riohacha.
En esta oportunidad, entre los puntos que se destacaron están la inseguridad y el acoso callejero que viven las mujeres debido al mal llamado “piropo”, que es una forma de violencia extendida y normalizada en la sociedad. Las participantes manifestaron que, a muy temprana edad, las mujeres aprenden que ciertos espacios públicos en donde haya varios hombres reunidos deben evitarse e intentar no pasar por allí para no quedar expuestas a las palabras soeces y groserías que usan algunos para referirse a las mujeres. Concluyeron que las calles no son espacios seguros para las mujeres y que estas aprenden a andar siempre con temor.
También se abordaron otros temas, entre ellos la violencia en el contexto de una relación de pareja, que fue una de las problemáticas sobre la que más se habló. Algunas de las integrantes narraron su propia experiencia ante este flagelo o contaron casos que conocían. Expresaron que, en ocasiones, las mujeres víctimas/sobrevivientes de este tipo de violencia lo que necesitan es contar con un apoyo psicosocial, pero principalmente, ser escuchadas, que sus voces no sean silenciadas. Las participantes coincidieron en que el poder hablar con otras personas es uno de los mecanismos que contribuye de manera más eficaz a enfrentar este problema e intentar romper con el ciclo de violencia.
Por último, se hizo hincapié en la necesidad de educar a niños y niñas en ambientes seguros, libres de violencia. Hubo unanimidad en considerar que la educación es la pieza clave para enfrentarla, que se debe comenzar desde muy temprana edad y enseñarles a los más jóvenes que hombres y mujeres son iguales, que no hay ninguna actividad que las mujeres están imposibilitadas de hacer. Una educación fundada en valores igualitarios y que pretenda la equidad de género es la herramienta más poderosa en la lucha contra la violencia hacia las mujeres.